Un hotel de los de "toda la vida" con un restaurante que se ha adaptado a los tiempos modernos sin perder la esencia. Con reminiscéncias de lo que fue un alto en el camino obligado entre Alicante y Madrid, Casa Salvadora ofrece una carta lo suficientemente variada como para dejar colmado cualquier paladar. Nuestra velada transcurrió como sigue.
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De entradas,
CROQUETAS DE CAMARÓN Y JAMÓN IBÉRICO. Impecables y sabrosas las primeras y deslabazadas las segundas. Dado el precio de las mismas, se esperaba mejor y más producto.
FOIE MI-CUIT, correcto y de generosa ración con un pan no habitual como acompañamiento.
CARPACCIO DE BUEY Y CARRILLADA, fue la sorpresa de la noche. Calidad, cantidad y sobre todo perfecta fusión entre el buey crudo y la carrillada confitada que nos recordaba el jamón de pato o la cabeza de jabalí.
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De platos fuertes, unanimidad:
HAMBURGUESA ESPECIAL DE LA CASA, poco menos que un solomillo convertido en producto americano. Como experiencia no estuvo mal.
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De postres,
TARTA SACHER, muy distante de la original receta austriaca.
TULIPA DE HELADOS, nada de particular, muy previsible.
SEMIFRIO DE CHOCOLATE BLANCO CON TOFFE CALIENTE, ideal para los muy golosos y recomendable por el contraste de texturas.
Bebidas iniciales, entraditas gentileza de la casa así como petit fours, cafés y un Vinalopó Crianza por unos ajustados y correctos 33 euros.