Reconversión de típico bar de "los de toda la vida" de dominó y carajillo en una más que aceptable casa de comidas con cocina de mercado. El producto es de primera calidad con lo que ello comporta. El servicio y la limpieza buenos, así como la decoración, mantelería, vajilla y cristalería. Tan sólo un doble pero: no disponer de carta (aún siendo cocina de mercado se puede imprimir una hojita a diario) circunstancia ésta que puede llegar a desesperar tanto a los comensales como al camarero, así como que las servilletas son de papel, desmereciendo todo el resto de la mesa.


De postres: PAN DE CALATRAVA, FLAN...no se correspondían con la categoria de la cena, así como COULANT DE CHOCOLATE CON HELADO DE MANTECAO, que sí estuvo a la altura de la velada.
De vino Coto Cr. 07, más cervezas iniciales, cafés y chupitos por 34 euros que aunque puedan parecer algo elevados para los tiempos que corren, uno sale del local con la satisfación de haber pagado lo que se ha comido y como se lo han servido.